Adicto al sabor de melancolía
acompañada de una orquesta de grillos,
duermo solo, disfrutando mucho
de hacerle el amor a mi soledad,
muestro un pasivo de afecto
que cuadra el balance en negativo,
comparto el sueño del triste,
soy un roto o quizás un descosido.
Espero por las noches una carie
que me visita en mi tórax izquierdo,
alimento de mis células cardiacas de creatividad
con la finalidad de darle movilidad a mi mano,
buscador de oro, encuentro ilusiones,
humos industriales del viento
que le dan color gris a Londres
espesos como el pavimento.
En el cielo tengo gente
que me quiere de verdad,
vivo, mi familia, mi gente, mi ciudad,
nacionalista fanático,
amante de la buena comida
y acentarla con vino tinto,
conozco muy poco lo mío
tanto como apenas lo justo.
Debo recordar recordarme
el olvido de lo inolvidablemente
pasajero, pasado ya hace tiempo,
los momento instantáneos
bañados del asesino rencor,
matar a quemarropa mis tonterías,
esos intentos de desarrollo
frustrados por la verdad.
No quiero torear a la muerte
con la capa de un best seller,
deseo palpar las hojas
insolventes en cariño,
donde muero de noche,
mi cama, cama de espinas,
si descanso en paz al cerrar mis ojos
cómo disfrutar el amanecer de ilusiones.
